martes, 15 de marzo de 2011

Enfant Revenge

De pequeño, a eso de los 10 años, te enfadas con un compañero de clase del colegio por un tema de canicas, la cosa se va de las manos y acabas dándole una paliza. Bueno, tampoco pasó nada. Era una paliza de niños. De puños pequeños y rosados,  de golpes mal dados, unos cuantos arañazos. Nada fuerte.

20 años más tarde te encuentras en un centro comercial forcejeando con una maquina de vending porque no te devuelve el cambio. Te pones de muy mala hostia y empiezas a moverla. Por detrás te toca un seguridad de Prosegur. Un pseudopolicía de lo privado. No atiende a explicaciones y tu llevas aun la ira de no tener esos céntimos de vuelta de la máquina.
Al final el segurata te saca fuera del centro comercial a la fuerza y la cosa se pone muy fea para ti. El tema se sube de tono no se cómo y te acaba machacando en el suelo.
Entre puñetazo y patada lo reconoces, se te enciende la luz. Es el niño al que le diste la paliza. Pero él no te reconoce a tí.
Te deja muñeco. Pero tu no le dices nada, no quieres que se entere de quien eres. Usas todas tus fuezas para taparte la cara. Es lo único que te cubres, aunque te esté pateando el abdomen.

No estás dispuesto a darle el placer de que se de cuenta que te la está devolviendo. No quieres que sea consciente de su venganza.
Te callas como una puta

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